viernes, 25 de octubre de 2013

Entrenándome en el Gimnasio


Entrenándome en el Gimnasio

A mis 14 años comencé a asistir a un gimnasio con la intensión oculta de hacerme amigo del hermano de mi amor platónico, una niña hermosa de 12 años. En este gimnasio asistían unas 10 personas y como yo no sabía nada del asunto, tenía que pedir ayuda. Fue así como me hice amigo de este señor, el cual termino saliendo con mi hermana y yo al final ni siquiera hable con la de él, jajaja.

Sin embargo esa experiencia y la intención oculta que yo tenía en ese momento me involucró en el mundo de los gimnasios y durante varios años continúe asistiendo.

Ahora, en las épocas en las que estoy juicioso con el gimnasio me pasa algo curioso y es que hay momentos en los que estoy muy animado por ir y hay otros en los que no me quiero ni mover. Y es en estos momentos que tengo que sacar fuerzas de donde no tengo para ir y ejercitarme, y no perder así el logro de mi objetivo.

La constancia en el ejercicio es la que permite que bajes de peso, tonifiques y eventualmente levantes uno que otro musculo caído. Es decir, es la que te permite lograr el objetivo que buscas, tanto en tu apariencia como en tu salud física y mental.

Cuando no quieres y te obligas a hacerlo, es cuando tú logras algo que a todos nos cuesta: ofrecer un sacrificio, es decir derrotar a tu carne. Tu carne siempre quiere hacer lo contrario a lo que debes hacer. Si, ella te llevará a comer en exceso, a tomar en exceso eventualmente, a dormir más de lo que necesitas, a no ir al gimnasio, alimentar tu orgullo, a criticar a alguien, a devolver el daño que te hicieron y eventualmente a enredarte donde y con quien no debes.
Y aunque actualmente tengo algunos años encima, yo podría decir que mi cuerpo ha evolucionado en todos los aspectos. El ejercicio físico que he ejecutado durante varios años ha tenido un efecto positivo el cual se esconde cuando aparecen esos kilos de más, pero cuando se van la película cambia radicalmente.

Los kilos de más no son más que el reflejo de mi pereza, el reflejo de esas voces que me tumban y que no me permiten derrotar a mi carne y hacer un sacrificio de amor hacia mí mismo.


Les contaba que cuando llego al gimnasio, inicio con algo de pereza, pero en la medida que voy ejercitándome y mi cuerpo se va calentando, comienzo a experimentar cierto placer. Me esfuerzo al máximo y comienzo a visualizarme esbelto y hermoso como siempre he soñado estar. Esos pensamientos me motivan a continuar, me levantan, me dan más energía. De hecho algo curioso que a mí me pasa es que yo no me canso en el gimnasio, realmente podría estar 5 horas seguidas y no creo que me cansaría. Mi problema es que me aburro y mi carne me domina. Por esto me gusta muchas veces ir acompañado

De la misma manera como me he entrenado en el gimnasio durante todos estos años, también me he entrenado en mi mente y corazón. Y este es el foco de esta historia, todo lo que has vivido en estos años, que sin saberlo te han entrenado y te han dado la fortaleza para superar las pruebas que no quieres enfrentar hoy.

Durante años he atravesado diferentes tipos de pruebas en todos los escenarios posibles, con personas que aparentemente son “difíciles” en situaciones adversas de dinero, salud y amor.

Durante mis años de universidad yo vivía como estudiante extranjero con un salario básico que me enviaba mi papá mensualmente, el cual apenas me alcanzaba para pagar la renta, servicios y comida. No sobraba ni un peso para rumba, ropa o novia. Yo tuve que aprender a ser creativo, me movía de un lado a otro inventándome como rendir el dinero, tuve algunos trabajos esporádicos que me daban algo de efectivo, me mudaba a sitios baratos para que me alcanzara más el dinero, etc.

Fueron años duros en los cuales yo no veía el final, no veía cuando iba a cambiar mi situación. Y muchas veces quise renunciar, quise dejar tirada la carrera y hacer algo fácil que me diera tranquilidad en ese momento de mi vida. Sin embargo, siempre hubo algo que hacía que yo No desechara la universidad y resistiera la incomodidad que vivía y eran mis sueños. Sí, yo soñaba con ser el presidente de una multinacional para América Latina, soñaba con tener una familia, soñaba con vivir en un penthouse de 300 mts2 y con viajar por el mundo entero.

Una parte de mi sabía que debía esforzarme, que debía sacrificarme, que debía levantarme en la mañana e ir a estudiar una carrera difícil y exigente (ingeniería electrónica) para la cual aparentemente yo no estaba preparado. Era el estudiante con menos skills que había en esa carrera, porque mis compañeros eran unos genios en las matemáticas y yo No. De hecho me la pasaba con gente de todas las carreras menos con los de electrónica. Por otro lado, mi calculadora era de tienda (que solo suma, resta, divide y multiplica) y sólo compré un libro en toda la carrera. Mientras que mis compañeros tenían las famosas HP que se programaban, tenían libros nuevos cada semestre y se la pasaban en grupos de estudio, en cambio yo siempre estudiaba solo.

Así que aun no sé cómo me gradué, pero lo que sí sé es todo lo que aprendí en esos años de incomodidad y sacrificio. Y cómo hoy estoy donde estoy gracias al sacrificio que hice, gracias a que No desmaye y a un par de amigos que creyeron en mí y me hicieron barra para que continuara.


Dios te ha dado todas las herramientas que necesitas para conquistar tu montaña. No tienes que rendirte, sólo cree en ti.
La biblia cuenta en: Jueces 15:15 “Sansón encontró el hueso de la quijada de un burro, lo usó como arma y así mató a más de mil filisteos”.

Él no tenía un ejército apoyándolo, ni tenía grandes armas. Dios puso al alcance de su mano lo que él necesitaba para su victoria y con eso él conquistó y derroto a los Filisteos.  Como tambien conquiste yo mi carrera con tan solo una vieja y simple calculadora de tienda.

De la misma forma y después de terminar la universidad me casé y comencé a vivir un sueño fuera de tiempo con alguien diferente a mí (a Dios gracias) con quien debía acomodarme y que era mi exesposa.

Durante todo mi matrimonio lo único que yo pensaba era en que ella debía cambiar y ser más como yo, que era la persona más difícil de la tierra. Y aunque la amaba, solo pensaba que esa persona No era para mí, que yo me merecía a alguien mejor, aunque les aseguro que ella me complementaba y tenía 2 cosas que no me gustaban y 100 que sí (pero como todos lo hacemos, me enfoque en las 2 que no).

Es decir, viví mi matrimonio con deseos constantes de renunciar, de botar todo a la basura pensando que ella No era lo suficientemente buena para mí.
Jamás me senté a mirarme a mí mismo, sino que me la pasé enfocado en la otra persona, en lo que no me gustaba de ella. No me detuve a pensar en porqué eso que No me gustaba de ella me afectaba, me incomodaba o quebraba mi estricto esquema mental.  Y no vi que yo tenia las herramientas al alcance de mi mano para sacar adelante esa relación.

Años después conocí a alguien más con quien inicié una nueva relación, en la que se volvieron a presentar ciertos patrones. Fue entonces cuando pude entender que me debía fijar más en mí que en la otra persona. Para entonces yo ya había madurado, como consecuencia de la pérdida de mi familia.

Tiempo después y en una frustración absoluta por no entender que pasaba, comencé a ver que el gran paso lo tenía que dar yo. Así es, porque ya era más sensible a los conflictos y entendía cuál era mi rol y responsabilidad con ellos. Es decir, no se trata de lo que hagan los demás, sino de cómo reaccionas o asumes tú esas situaciones o palabras. Porque las expectativas de cada uno son diferentes.

Podría decirles que hace 12 años controlaba el 50% de las situaciones difíciles que enfrentaba, hace 5 años controlaba el 70% y hoy siento que voy en el 90%. Si, a pesar de que mis reacciones a la presión son cada vez más controladas aún no logro llegar a ese 100%.
Lo realmente curioso de todo esto es mi evolución y aunque algunas personas no lo puedan ver como un logro, yo sí. Y como no lo ven, entonces me atacan desde su limitada visión y desde sus propias heridas sin resolver. Sin ver que ambos estamos allí para ver lo que debemos sanar en cada uno de nosotros. De eso se trata. (lee: La clase de Francés).


Todo lo que has vivido hasta hoy ha sido un entrenamiento, es lo mismo que levantarte para ir al gimnasio a botar la grasa y a tonificar tu cuerpo. Que quiero decir con esto, que si tú le huyes a las situaciones difíciles que enfrentas hoy, lo único que estás haciendo es postergarlas para mañana. Las necesitas vivir para poder confrontarte, para ver lo que debes cambiar TÚ, no los demás que están a tu lado que aparentemente te ponen el camino difícil.
Lo más fácil es huir, de la misma forma como yo quería renunciar a la universidad, a mi matrimonio, a algunas empresas y mil situaciones más que he vivido.

Huir es lo mismo que No querer levantarte un día para ir al gimnasio, es decir estas perdiendo la oportunidad de crecer y de vencer tu EGO. Porque realmente quien pierde eres tú mismo al dejar que la grasa continúe engordando tu mente y corazón, y No deje ver la belleza que tienes en tu interior.

Mi hijo perdió la oportunidad de continuar sus estudios en un excelente colegio de Bogotá porque no asumía con responsabilidad su compromiso con el estudio. Tuvimos que inscribirlo en otro colegio de menor exigencia, donde tampoco lograba mejorar su desempeño ni su actitud hacia el estudio. Mi exesposa en algún momento pensó que esta situación no iba a cambiar y perdía la fe. Yo le dije: él se gradúa o se gradúa allí y tú y yo lo vamos a sacar adelante. Y Saben que pasó? El niño se recuperó, superó la prueba y sacó adelante sus estudios en ese colegio. Cómo lo hizo? Porque ella y yo creímos en él, creímos que lo podía superar y lo apoyamos juntos. Le hicimos barra!!! Le celebramos sus pequeños y sus grandes logros y No lo atacamos o derribamos en sus fracasos… confiábamos en él y le decíamos: Lo puedes hacer mejor, aquí estamos para apoyarte!

La biblia dice: Jeremias 29:11: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”.  Es decir, Dios quiere lo mejor para ti.
El mundo espiritual es real y copia todo. Conoce tus miedos y tus errores del pasado. Te dice: vas a repetir la historia y esta vez No va a ser diferente. Esa es la vocecita en tu mente hablándote para destruirlo todo!

Es increíble cómo las personas que más amas logran confrontarte y hurgar tus heridas. Esas mismas personas muchas veces son las que No creen en ti y terminan minando tu FE. Es como si ese mundo espiritual les hablara en el oído diciéndoles: “Éntrale por aquí y verás cómo lo desestabilizas.”

Tu posición debe ser: Me estoy entrenando, he crecido, todos estos años han sido de mejora y aunque aún no estoy en el 100%, sé que hoy soy mejor que ayer y que seguiré creciendo. Y aunque los demás No crean en mí, yo tomo hoy la decisión de creer que lo puedo sacar adelante y No me rindo!. Tengo claro para dónde voy, tengo clara mi Meta.

Así como mis amigos me hicieron barra en la universidad, o como mi exesposa y yo le hicimos barra a nuestro hijo, hoy Dios te está haciendo barra a ti, porque el ve todo y conoce cada una de tus pequeñas victorias. Él te dice: WOW! Estoy impresionado con tus avances, eres espectacular, tu puedes! Eres mi hijo amado! Eres la niña de mis ojos… No desmayes!


No dejes que nada ni nadie te robe la bendición, porque tu victoria ya está decretada y nadie te la puede quitar solo tú si decides creer que No lo lograrás! Simplemente apaga esas voces negativas en tu mente y deja que la voz de Dios esté presente diciéndote: Vas bien! Tú lo puedes lograr!


Un abrazo grande a todos aquellos que embellecen su corazón entrenándose en el gran gimnasio de sus vidas.

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